Con
frecuencia, en las Constelaciones Familiares, hablamos del trasfondo.
El
trasfondo es aquello que, desde un nivel profundo que no es visible
en la superficie, actúa determinando la situación o el problema.
El
trasfondo se encuentra fuera de la conciencia de la persona, y
mientras eso sucede, ésta no tiene elección.
(Los
peces no tienen elección sobre el agua: viven
en ella. Del mismo
modo, mientras no se hace visible el trasfondo y no tenemos
conciencia de él, podemos decir que vivimos
en el trasfondo.)
Para
hacer visible el trasfondo (y de ese modo tal vez encontrar
soluciones) es para lo que se hacen constelaciones familiares. Para
eso se sacan representantes en los talleres grupales o se utilizan
figuras en las sesiones privadas.
Un
ejemplo: una persona a la que nunca le duran mucho los trabajos a
pesar de su buena cualificación y de que se dedica a un sector en el
que el trabajo no escasea, viene a hacer una configuración en un
taller grupal de Constelaciones Familiares. Quiere saber si hay un
origen sistémico en lo que le ocurre.
Le
pido que elija a una persona que la represente a ella misma, y a otra
que represente a la profesión, y que las coloque en el espacio de la
sala como lo sienta en su interior, sin pensar mucho, de un modo
intuitivo y no racional.
Así
lo hace, y lo primero que se ve por la posición de los
representantes (y a la propia persona le sorprende cuando se lo hago
notar, pero a la vez comenta que de un modo profundo le “encaja”)
es que la profesión la mira a ella, pero ella no mira a la
profesión. La persona que la representa a ella mira en una dirección
diferente de aquella en la que está la representante de la
profesión, y hacia abajo.
Le
pregunto a la representante de la persona cómo se siente, y responde
que no puede dejar de mirar a un punto ahí abajo, como si a sus pies
hubiese algo que absorbiese su atención y le impidiese mirar en
ninguna otra dirección. Saco entonces a otra representante y le pido
que se tienda en el suelo justo ahí a donde mira la representante de
la consultante. Al ver esto, por el rostro de la consultante
comienzan a correr las lágrimas mientras manifiesta que todo esto le
resulta muy raro y que ni siquiera sabe por qué llora. Yo pongo mi
mano en su espalda suavemente mientras, mirándola a los ojos con
simpatía, le digo que estoy de acuerdo en que es raro, pero que
quizá le sirva. Después le explico que, por lo que se ve, ella no
mira a la profesión porque inconscientemente está mirando a una
persona muerta, probablemente de su familia. Le pregunto si hay
alguna persona muerta de su familia que le venga a la mente al ver
esto y le sugiero que no conteste inmediatamente, que se dé un
tiempo antes de responder.
Se
queda casi un minuto en silencio mientras observa a los
representantes (es como si en un nivel muy profundo estuviese
procesando lo que le he dicho y lo que ven sus ojos) y responde,
entre sollozos, que cree que se trata de una hermana, mayor que
ella, que murió a los cinco meses de nacer. Nunca antes había
pensado que eso pudiese afectarle de alguna manera. ¿Cómo puede ser
que esto la haga llorar si para ella su hermana es una perfecta
desconocida?
Pero
la constelación ha revelado que, en un nivel profundo y no
consciente, ése es el trasfondo:
Si
la hermana mayor hubiese vivido, habría sido la sexta de los
hermanos, y probablemente sus padres ya no la habrían tenido a ella
(que ahora ocupa el lugar de sexta de los vivos).
Ella
cree estar viva gracias a que la hermana murió.
Y a
ese precio no quiere tomar el éxito profesional y la prosperidad que
éste conlleva.
Porque
si lo toma, tiene que asumir la culpa de que su hermana tuviese que
morir para que ella viviese.
Así
que fracasa y de ese modo se siente inocente.
¿Y
qué se hace entonces?
Cada
configuración es diferente, según el trasfondo que haya emergido.
En este ejemplo, entre otras cosas, le pedí a la persona que entrase
en la configuración y se pusiese al lado de su representante. Una
vez juntas la consultante y su representante, les pedí que mirasen a
la representante de la hermana muerta y le dijesen despacio,
sintiendo cada frase:
“Querida
hermana, ahora te veo y te doy un lugar en mi corazón.
Tomo
la vida al precio que a ti te costó, así no habrá sido en vano.
En
tu memoria hago algo bueno con mi vida.”
También
le dije que se inclinase ante su hermana haciendo una profunda
reverencia y que después le dijese:
“Ahora
respeto tu destino”.
Así
lo hicieron, y la consultante sintió que también quería
arrodillarse junto a su hermana y abrazarla. Después de hacerlo dijo
que se sentía mucho mejor. La representante de la hermana por su
parte, al preguntarle yo, manifestó que estaba en paz y que le daba
su bendición a su hermana para que tuviese una vida feliz y llena de
éxito.
Desde
luego todo esto es muy raro, pero el caso es que sólo después de
hacerlo (y ya hemos dicho fue muy emotivo para ella), la persona y su
representante sintieron que podían girarse y mirar a la profesión,
y acercarse paso a paso a ella.
¿Significa
eso que ya se han resuelto sus problemas con la profesión?
No.
Significa
que algo se ha puesto en movimiento, dentro de ella, en una dirección
diferente.
(Antes
de que el trasfondo se hiciera visible, envolvía a la persona sin
que ésta fuese consciente ni, por tanto, tuviese elección).
¿Y
qué tiene que hacer ahora, contar en las entrevistas de trabajo que
ha hecho una constelación familiar y que ya puede mirar a la
profesión y moverse hacia ella? ¡La echarán a patadas!
Todo
lo contrario: debe guardarse para sí el contenido de la
configuración sin compartirlo con nadie, y dejar que la imagen final
de la misma haga efecto en su interior. Para ser más precisos: en su
alma.
Estoy
de acuerdo, repito, en que todo esto es muy raro.
Pero
son muchas las veces que he visto que, tiempo después, a las
personas les iba mejor.
Hay
algo más acerca del trasfondo:
Uno
va a configurar un tema delimitado y concreto, y entonces emerge algo
que afectaba a su vida entera sin que lo supiera.
El
tema, el síntoma, el problema, sólo estaba llamando la atención
sobre el trasfondo.
En
el ejemplo que hemos referido, como hemos dicho, había más cosas
(ésta es una versión simplificada de lo que allí sucedió). Una de
ellas era que a la consultante le habían puesto el mismo nombre que
había llevado su hermana mientras vivió. Eso refuerza la
posibilidad de que la culpa por haber ocupado el sitio que dejó la
hermana, y la creencia de que a ella la concibieron para que la
sustituyese, la lleve a identificarse inconscientemente con ella. Sé
que, con frecuencia, las personas con un trasfondo similar sienten
cierta confusión acerca de quiénes son, y de cuál ha de ser el
guión de su vida. Por eso también invité a la representante de la
hermana muerta a que le dijese a la consultante:
“Querida
hermana, tú no eres yo
y
mi destino no es tu destino.
Me
alegro si te quedas en la vida y tienes éxito,
así
me respetas.”
Y
la consultante sintió que para ella tenía sentido, que sólo
quedándose en la vida y tomando el éxito al precio que pagó su
hermana la estaba respetando realmente.
No
es difícil adivinar que eso va a influir en más cosas además de en
la vida profesional de la persona.
A
quien no haya estado nunca en un taller de Constelaciones Familiares
le habrá intrigado el rol de los representantes: ¿Tienen un papel
que representan en función de sus conocimientos de la materia? ¿Se
imaginan lo que tienen que representar? ¿Son actores previamente
aleccionados?
No
son actores; no tienen por qué tener conocimientos previos ni haber
ido nunca a talleres de Constelaciones Familiares; no tienen que
imaginarse nada.
De
hecho, lo mejor para hacerlo bien como representante es no hacer
nada. No buscar nada. Pero también no temer nada. Entonces, si estás
abierto, sientes un movimiento y lo sigues (tal vez miras fijamente a
otro representante, o sientes que te tienes que ir al suelo y
tumbarte, o te entran ganas de llorar, o te pesan mucho los
hombros…).
Sobre
esto escribiré en otro momento (aquí hablábamos del trasfondo).
Tan solo añadiré que, para quien lo vive, es una experiencia
impresionante, y que con mucha frecuencia tiene la sensación de que
no ha ido a ese taller ni hecho de representante por casualidad. Uno
suele sentir que lo que ha vivido como representante le sirve también
para su propia vida.
Y
es que existe un gran Campo que lo conecta todo, y cada persona,
cosa, familia, sistema, tiene su campo o, si se prefiere decirlo así,
su alma o espíritu. En las Constelaciones Familiares, con gran
respeto y por si pudiese servir de ayuda, entramos en él.